viernes, 31 de agosto de 2012


Ser viejo no es pecado
POR ALEJANDRO GORENSTEIN / ESPECIAL PARA CLARÍN


El maltrato y la subestimación que sufren los adultos mayores es un mal extendido, que invita a pensar en el valor de la experiencia de vida, para respetarla y honrarla como corresponde. Japón, el mejor ejemplo, en septiembre celebra como fiesta nacional el Día de Respeto a los Ancianos.
Hace dos semanas, Malvina M. (84 años) le entregó el dinero de las expensas al encargado del edificio, como hace todos los meses desde que falleció su marido, en 2010. 
Sin embargo, en esta oportunidad se atrasó en el pago sin darse cuenta y el portero le pegó en la cabeza con un diario. “Me dijo que no podía ser que le abonara con la fecha vencida porque era él quien debía dar la cara con el administrador “, cuenta.
Este tipo de agresiones, en distintos grados, suelen ser protagonizados por adultos mayores que generalmente se encuentran solos, sin la posibilidad de poder relatar estos ataques ni efectuar las denuncias correspondientes.
Sólo un aspecto de la desprotección, más allá de la subestimación generalizada, que suelen sufrir los mayores en la Argentina, donde uno de los valores fundamentales parece ser la juventud.
Dentro de los estereotipos asociados con más frecuencia a la edad avanzada figura considerar a los adultos mayores como personas mental o físicamente enfermas, seniles, inútiles, aisladas, indefensas, pobres o impotentes. 
En general, según indican los especialistas, quienes agreden a los mayores son individuos con baja autoestima, temperamento explosivo e incapacidad para controlar los impulsos.
Por otra parte, suelen ser posesivos y acarrear una larga historia de dificultades, además de una compleja relación de demandas y necesidades insatisfechas con su “víctima”. 

Cómo somos

“La sociedad, en especial la occidental, habitualmente tiene un estereotipo negativo sobre la edad, que se mantiene por medio de chistes y frases discriminatorias. Esta actitud se da más en los jóvenes y va cambiando a medida que la persona misma se hace mayor. En cuanto al agresor o abusador del adulto mayor, se trata,  sin duda, de una persona con problemas de personalidad o de carácter. Puede sentir rechazo por el viejo para negar su propio temor a la vejez, o puede maltratarlo por verlo indefenso, débil, proyectando en él sus propios aspectos despreciados”, dice Patricia Feldman, licenciada en psicología. 
“El ‘viejismo’ constituye el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a la gente grande simplemente en función de su edad.
Se suele entender erróneamente que el viejo no puede producir, por lo cuál se lo aísla y no se lo escucha. Se supone, además, que no puede aprender, que su vida está en descenso. Se lo deja solo, sin ninguna posibilidad de hacer transmisión de su experiencia de vida”, explica la licenciada Silvia Justo, fundadora y directora de Cesamende, Primer Centro de Especialistas Salud Mental Villa Devoto.
Todo ello pese a que la vejez, actualmente, tiene muchas veces más que ver con la actitud que se tenga ante la vida que con los años que se acumulen. Porque más allá de los males que puedan padecerse, sentirse viejo e inservible por el solo hecho de tener muchos años sería la confirmación de lo que la sociedad dictamina, por sobre lo que la persona siente. Se sabe: el chico y el joven que se ha sido siempre está dentro de uno.
Y es en la niñez, en el seno de la familia, el momento en que generalmente se instalan estos prejuicios en contra de los adultos mayores. “Cómo vieron tratar a los ancianos en su familia lo harán en el futuro”, asegura el doctor Carlos Eduardo Trosman, médico psicoanalista,  de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA). Y agrega un concepto que guarda cierta relación con los temores que generan en los jóvenes y los adultos llegar a la tercera edad.
“También la vejez es un espejo donde los adultos se ven reflejados y en personas poseedoras de personalidad narcisística, este dato logra causar terror. Esto  induce a luchar contra cualquier señal que marca el paso del tiempo sobre nuestro cuerpo,  alentado por la presión social de mantenerse joven, y a la oferta masiva de cirugías y de productos antiage para escapar de la vejez”. 

Tipo de maltratos
En principio, existen tres tipos de maltratos: físico (agresión), psicológico (se presenta generalmente de manera verbal) y la negligencia o el abandono de los cuidados de una persona en sus necesidades básicas, como la alimentación, la vivienda digna y la higiene, y el abuso económico. 
Sin embargo, una de las formas más comunes de discriminación tiene que ver con la despersonalización que se le otorga a los adultos mayores utilizando adjetivos que hacen referencia a un rol familiar, como es el caso de “abuelo” o “abuela”. 
“Discriminar a la gente mayor es una actitud de parcialidad basada en el aspecto de la edad y no en el mérito individual o personal.  La discriminación, en general,  se refiere al comportamiento negativo hacia el adulto mayor, pero también puede referirse a una generosidad o amabilidad exagerada hacia ese particular grupo etario.  Así, llamarlos ‘abuelos’ o ‘nona, nono’, es también de alguna manera una forma de discriminar”, analiza Feldman.

Aquí y allá
La Argentina no es una excepción en relación al maltrato físico y psicológico contra los adultos mayores. 
Según el sitio web http://www.gerontogeriatria.org (órgano oficial de la Federación Argentina de Geriatría y Gerontología y de la Asociación Gerontológica Argentina), en América Latina los países con mayor índice de violencia son Colombia, Brasil y Panamá, donde se reportan anualmente más de 102 mil casos de extrema violencia, de los cuales un 38 % de los maltratados son adultos mayores.
En la Argentina y Chile, este fenómeno se ha venido incrementando desde hace más de tres décadas y se estima que más de 33.600 adultos mayores sufren algún tipo de violencia dentro del seno familiar.
En Europa, por ejemplo, en el último informe sobre violencia contra los ancianos, se desprende que aún los países del primer mundo son testigos de estas mismas problemáticas basadas en el abandono, el maltrato y la falta de tolerancia.

En los Estados Unidos, el maltrato a los mayores es considerado un problema muy serio, por eso, los 50 estados tienen leyes específicas contra el abuso de los ancianos y sistemas para recibir este tipo de denuncias. Por todos estos antecedentes a nivel mundial, en 2005 las Naciones Unidas instituyó el 15 de junio como Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a los Adultos Mayores. 

Japón, otro mundo

Uno de los países que van a contramano de esta tendencia es Japón, donde los ancianos son respetados y valorados como las personas de mayor experiencia. Entre otras cosas, a ellos les reconocen y agradecen la construcción de la sociedad sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, en septiembre, se celebra el Día del Respeto a los Ancianos, una fiesta nacional. 
“Generalmente, en esos festejos los jóvenes cocinan para  los más viejos en un día cargado de significados y mensajes para las nuevas generaciones, a las que se les transmite la importancia del respeto a los adultos mayores en vez del rechazo típico que sufre la tercera edad en las sociedades occidentales”, detalla  Justo.
Apoyo y contención
El programa Proteger, que depende del Ministerio de Justicia y de Derechos Humanos de la Nación, cuenta con el servicio de orientación y asistencia psicosocial y jurídica al adulto mayor de 60 años ante una situación de violencia, soledad y abandono. 
Las consultas pueden ser realizadas por cualquier persona que tenga conocimiento de un derecho vulnerado de un adulto mayor.
También existe la posibilidad de realizar la denuncia ante el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, donde existen programas de prevención del maltrato en todo el país con abogados, psicólogos y trabajadores sociales que buscan la mejor solución.
Más allá de las denuncias, los especialistas coinciden que para que estas personas mejoren su calidad de vida es fundamental promover la vida social del adulto mayor, como manera de encontrar un grupo de contención y ayudarlos a mantenerse acompañados y activos. 
“Es importante que puedan acudir a centros barriales, grupos de tango, reuniones de juegos de cartas, talleres con implicancia física, gimnasia, caminatas, actividades al aire libre, manualidades, talleres de cocina”, detalla Tamara Chaffittelli, psicóloga y una de las coordinadoras de Dulces Compañías, empresa que se dedica a la búsqueda, selección y capacitación de cuidadoras y acompañantes profesionales para tercera edad.
Y concluye: “Con estos grupos de pares, el adulto mayor se siente útil, acompañado y tiene un lugar para compartir sus propias vivencias y sentimientos con un par que probablemente esté viviendo una situación similar. Esto los hace sentir mucho más vitales, tienen en qué ocupar su tiempo, haciendo algo productivo”